martes, 27 de mayo de 2008

EL DOLOR DE LOS GRANDES

La historia nos regala pruebas continuamente de la dificultad que encuentran los genios para vivir entre personas comunes. Gran número de estos acaban sus días en la mas autentica decadencia personal. Tal vez el destino tenga algo que ver, ya que la luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo. En el mundo del rock esta estadística se transforma casi en un axioma, solo tenemos que volver la vista atrás para conformar el mas genial de los cementerios repleto de músicos de un talento inagotable. Ya en el año 1968 Pink Floyd publicaba su disco "The piper at the gates of dawn", obra maestra de Syd Barrett, guitarrista al que nunca se le agradecerá lo suficiente su influencia en el rock y tal vez uno de los ejemplos más claros de autodestrucción, ya que solo unos pocos años después y con las neuronas hechas hollín por el LSD se recluía en la casa de sus padres hasta su muerte en 2006 tras una agonía de casi cuarenta años. El caso más reciente es sin duda el de Kurt Cobain, tal vez el último gran profeta del rock. aunque su naturaleza ya dejaba ver una facilidad pasmosa para odiar todo lo que representó para una generación entera. En palabras de su propia familia Kurt nunca fue un joven como los demás, siempre rechazó todo lo que la música le dio: el dinero le aborrecía, la fama lo abrumaba y sobre todo le espantaba todo el séquito de personajes que le seguían solo por ser la moda del momento. El símil que más se me ajusta a Cobain tal vez se el poeta francés Arthur Rimbaud, aunque este consiguiera bajar del olimpo a la vida mundana al dejar de escribir con 19 años dejando tras de si un puñado de los versos mas desgarradores jamas escritos para dedicarse al trafico de armas en las colonias francesas de finales del siglo XIX. Aunque también existe el caso inverso, es decir: un accidente casual transforma a un personaje completamente feliz en un martín del rock, como el caso de Bon Scott. El otrora frontman de AC/DC falleció en Londres tras una cogorza descomunal, al ahogarse en su vomito mientras dormía en el coche del amigo que le dejó allí al verificar la imposibilidad de subir al bueno de Bon a la habitación del hotel de turno donde estaban hospedados. Los accidentes ocurren, sobretodo si insistes en tentar a la suerte día si y día también buscando un límite que cada vez se encuentra más cerca del abismo.
El caso del genial batería de Led Zeppelin "Bonzo" Bonham roza el suicidio: murió tras ingerir unos cuarenta vodkas con naranja en diciembre de 1980, abocando a su grupo a una separación que dejó mermada a toda la familia del rock. El caso mas misterioso (dejando a parte el "suicidio" de Cobain) es el de Brian Jones de los Rolling Stones, ya que cuarenta años después de su muerte aun no se sabe con certeza si se suicidó, murió de sobredosis, fue asesinado o simplemente resbaló en la bañera de su casa. Brian fue el erudito hijo de una acomodada familia galesa que le consintió demasiado. No es frecuente ver florecer estos talentos entre la opulencia de las clases altas, tal vez por que el talento se da mejor entre vicisitudes de todo tipo, ya sean económicas, afectivas, sociales... Este es el caso de Jim Morrison, un ser capaz de ver el mundo como ninguno otro de sus contemporáneos. Decidido a hacer de su vida algo digno de ser vivido, muy joven se atavió de pluma y papel para pintar los paisajes de un mundo interior infinito. ¿que se le puede pasar a alguien por la cabeza para escribir "The end"? Seguramente algo tan desolador como bello.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...